EL SUPUESTO CAOS DE LA PANDEMIA.
Pues bien, estamos en el pico de la pandemia. Y por primera vez estamos conectados en el mundo, paradójicamente, por el tránsito de un virus que se reproduce dentro del sistema de mayor fragilidad como lo es el sistema respiratorio humano.
A pesar de que existe una cantidad inmensa de estudios sobre la naturaleza de los virus y hay instituciones especializadas en analizarlos, codificarlos y muchas veces contenerlos, lo cierto es que la rigurosidad expansiva del virus ha puesto en evidencia muchas fallas en las formas de organización de la civilización. Cualquiera que pudiera analizar el grado civilizatorio de la humanidad encontraría una funesta y nefasta voluntad errática, una incapacidad de que los sistemas de control y legislación del mundo logren gobernar adecuadamente la deriva humana. Es una gran incógnita el cómo es que una pequeña cantidad de seres humanos logren conducir a miles de millones de personas, más o menos, 7 mil millones a una catástrofe. El cómo es que un inmenso avance tecnológico esté más concentrado en crear formas masivas de destrucción y los sistemas de salud se encuentren realmente en una condición precaria. El cómo es que se pueden tolerar sistemas económicos que persistan en agudizar la pobreza y enriquecer a unos pocos. El cómo es posible que las energías civilizatorias estén apuntando a destruir el medio ambiente. Y el cómo es que los modelos educativos generan productos que se atoran en los estratos de decisión intermedia y no logran reorientar al mundo, no a una prosperidad ni convivencia pacífica, no, si no a su SALVACIÓN.
Sí, somos un conflicto, un aterrador conflicto que convive con gadgets tecnológicos superiores y sistemas globales de comunicación y con conductas criminales, de un individualismo atroz, de una voracidad por el poder y el dinero. Filósofos van y vienen, obras de arte se manifiestan ante nosotros con su poder renovador y creativo e imágenes televisivas muestran bombardeos, hambre, migrantes a punto de desaparecer del hambre. Y esto no puede seguir así. Y no lo digo como un sermón, simplemente lo digo que la civilización está condenada a su autodestrucción. Los grupos de poder y sus aliados ciudadanos de derecha están arrojados a discriminar, a violentar, a negar la luminosidad del ser humano.
Yo puedo ver bien esto por lo que sucede en mi país. Hay mujeres y hombres que dan todo por reparar a su entorno, por hacerlo más justo, por desterrar las conductas destructivas, por convencer a los demás de que el camino que se anda es un error. En nuestro país un grupo de políticos ha llegado al poder gracias a la pujanza de millones, a la decidida voluntad de que la vida puede ser de otra manera y de que se puede desplazar la corrupción y el desperdicio. Pero a pesar de que llevan un cortísimo trecho andado, sobrevienen obstáculos de los grupos de poder que se niegan a reconocer el desastre y están dispuestos a lo peor con tal de destruir esa voluntad. Y para colmo un minúsculo organismo virulento se expande e inmoviliza economías, colapsa sistemas de salud, mueren y enferma a miles.
En este paisaje de dificultades y riesgos estamos los mexicanos. Nuestro Presidente. López Obrador, en un esfuerzo sin precedentes, en medio de crisis ambientales, políticas y económicas está también y además, conduciendo los efectos de la pandemia, claro con el obvio lastre de una oposición que en la negativa de sumarse crea confusión y obstáculos que son criminales.
Nada más veamos esta semana que termina. La emergencia sanitaria supone un gasto catastrófico no esperado y el Presidente decreta ajustarnos el cinturón, reconducir el gasto. Cualquier madre de familia sabe que en caso de una emergencia y que hay que ajustar el gasto a las necesidades prioritarias. Por supuesto la oposición se niega, se retuerce en berrinches. Algunos gobernadores de los estados, por ejemplo, se niegan, con obvia intención política, de seguir los protocolos que va determinando el grupo de expertos de medicina que está orientando al país a caminar en un ambiente desconocido.
Por ejemplo esta semana, concluye el programa de Sana Distancia. Este programa fue atacado por recomendar el confinamiento. Ahora se ataca por retirarlo. Estamos en la punta pandémica pero también en un callejón sin salida porque la economía no resiste más un confinamiento extremo. Toda la producción está en vilo. De por si el mundo, todos los países, esperan el coletazo de una crisis económica y también rebrotes. Aquí también la esperamos, en un país saqueado, envilecido por la corrupción y la concentración de la riqueza en pocas familias por los cobardes gobiernos anteriores, en un país que se decidió a cambiar bajo el liderazgo de López Obrador que pugna día y noche por la restitución de los valores de una civilización solidaria.. Señoras y señores, estamos en un momento crucial en un mudo organizado bajo la batuta del dinero y eso es el verdadero caos. Estamos obligados a recapacitar y a ponernos firmes ante esta serie de sucesos.
El gobierno dispuso una serie de semáforos de atención para organizar cuidadosamente la reintegración a la movilidad social que será poco a poco, administrada. Estos son los tiempos de prueba, de quien es quien, de para donde jalamos. Y la moneda está en el aire: o cambiamos o desaparecemos. Usted dice.
Un pueblo unido, es un mar de corazones, que en cada palpitar son olas llenas de razón y sentimiento"
Fuente: El Cobanaro.
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